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porquera

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LA NOBLE PORQUERA

No bien se ha sentado
don Bueso a la mesa,
le han llegado nuevas
que vaya a la guerra;
no bien se ha sentado
don Bueso a la tabla,
le han llegado nuevas
que vaya en batalla.
—Madre, la mi madre
si bien me queréis,
a la mi esposita
me regalaréis,
de la mano a misa
me la llevaréis,
pero con las vacas
no me la mandéis;
madre, la mi madre,
si bien me estimáis,
a la mi esposita
me la regaláis,
de la mano a misa
vos me la lleváis,
pero con las vacas
no me la mandáis.
—Vete tú, mi hijo,
vete tú a la guerra,
con tus hermanitas
labrará la seda;
vete tú, mi hijo,
vete a la batalla,
con tus hermanitas
bordará la holanda.—
—Tú no vales, no,
para labrar seda,
ve a guardar ovejas
arriba en la sierra;
tú no vales, no,
para bordar paños,
ve a guardar las cabras
en campos extraños.—
Apenas llegó
don Bueso a la guerra,
cuando Marianita
lloraba en la sierra;
apenas don Bueso
a la guerra llegara
cuando Marianita
en la sierra lloraba.
—Caballeros vienen
caballeros van,
¿cuándo vendrá Bueso
que en la guerra está?—
A los siete años
se ha puesto a cantar:
—Don Bueso vendrá
don Bueso vendría,
de guardar las cabras
él me sacaría;
don Bueso vendría,
don Bueso vendrá,
si no viene luego,
ya no tardará.—
Tiene Marianita
la voz tan delgada,
la siente don Bueso
desde donde estaba;
tiene Marianita
la voz tan subida,
la siente don Bueso
de allá de las Indias.
—Váyanse, señores,
por esos senderos,
voy a ver quien canta
por esos coteros;
váyanse, señores,
por esos caminos,
voy a ver quien canta
arriba en los riscos.—
—Linda zagaleja,
del dulce mirar,
un borrego de esos
bien me venderá.
—Un borrego de ésos
no se lo daría,
tengo suegra mala
y me pegaría.
—Linda zagaleja,
del dulce mirar,
un borrego de ésos
a mí me has de dar.
—Señor caballero,
no haré yo tal,
mi suegra es muy mala
y me matará.
—Vaya, zagaleja,
vaya, por tu vida,
pan de tu zurrón
tú si me darías.
—Pan de mi zurrón
yo se lo daría
pero es de cebada,
no lo comería.
—Linda zagaleja,
del dulce mirar,
si hallaré posada
en este lugar;
linda zagaleja,
dime, por tu vida,
si en casa tu suegra
posada darían.
—Si va usted de rico,
posada darán;
si va usted de pobre
se la negarán,
en casa mi suegra
eso se hace ya.
—¡Vamos, zagaleja,
vamos, por tu alma,
arrea el ganado
para la majada!
—Vaya, el caballero,
ande su jornada,
quien lo trae al campo,
ésa lo encerraba.—
Se va el caballero,
se va caminando,
a la zagalita
atrás la ha dejado.
—Muda, Marianita,
muda la camisa,
que ha venido gente,
gente muy lucida;
muda, Marianita,
muda la delgada,
que ha venido gente
de allá, de batalla.
—Siete años ha, siete,
sin mudar camisa,
no la he de mudar
por gente lucida;
siete años ha, siete,
sin mudar delgada,
no la he de mudar
por gente’ e batalla.
—Ponte, Marianita,
vestidos de seda,
tenemos en casa
gente de la guerra;
ponte, Marianita,
vestidos de grana,
gente de la guerra
tenemos en casa.
—No me pongo, no,
vestidos de seda,
que me pegarán
pelos las ovejas;
no me pongo, no,
vestidos de grana,
que me pegarán
pelitos las cabras.
¡Quite, el caballero,
espada y capote,
que aquí cuelgo yo
el zurrón de noche!;
¡quite, el caballero,
capote y espada,
que aquí cuelgo yo
zurrón y cachaba!
¡Quítate de ahí, gato,
quítate de ahí, perro,
que ésa es la cama
donde yo me acuesto!;
¡quítate de ahí, perro,
quítate de ahí, gato,
que ésa es la cama
donde yo descanso!
—Dime, zagaleja
del dulce mirar,
¿no tendrá otro sitio
donde descansar?
—Eso no, señor,
señor caballero,
hace ya siete años
que en el suelo duermo,
lo que hace se fue
mi querido Bueso.
—Señora viudita,
¿qué hay para cenar?
—La gallina asada
no le ha de faltar.
—Linda zagaleja,
del dulce mirar,
siéntate a mi mesa
conmigo a cenar,
que la pechuguilla
a ti te la he dar.
—La gallina asada
cene el caballero,
que aquí están mis hijas,
que lo son primero,
que la zagaleja
ya cenará suero;
cene el caballero,
cene su gallina
y lo que sobrare
déselo a mis hijas,
que la zagaleja
suero cenaría.
-Señora viudita,
me voy a acostar,
que una hija suya
me venga a alumbrar.
—Una hija mía
no se la he de dar,
mas la zagaleja
le irá a alumbrar;
una hija mía
no se la daría,
mas la zagaleja
no le negaría.
—El gran caballero,
si bien me queréis,
la honra de don Bueso
no me la quitéis…
Si tú eres don Bueso,
yo doña Mariana,
sortijitas de oro
veré si apretaban.—
—¡Arriba, zagala,
del dulce dormir,
que la oveja bala
y quiere salir!,
¡arriba, putuela,
de ese dulce sueño,
que la oveja bala
y quiere ir al yerbo!
—Si la oveja berria
y quiere salir,
su hija galana
que la vaya abrir,
mi marido es vuelto
y quiero dormir;
si la oveja berria
y quiere ir al yerbo,
su hija galana
que vaya con ello,
que estoy en los brazos
de aquél que más quiero!

Es ésta la versión propia del Norte de España, que me es conocida en buenas versiones de Cantabria, Burgos y Palencia y en textos mucho peor conservados de Asturias, Lugo y Salamanca. El romance, con la misma estructura en hexasílabos paralelísticos, fue cantado por los sefardíes de Marruecos, donde se olvidó el final de la historia, y por los de Oriente, donde los versos hexasílabos han sido mayoritariamente refundidos en octosílabos. Pese a ésta suerte disimilar, las dos tradiciones judeo-españolas revelan un origen común, ya que remontan a un prototipo que narraba, más o menos, así la historia:

—Irme quiero, madre,
a la romería,
yo vos encomiendo
a María, mi amiga,
me la paréis mientes
como a vuestras hijas;
irme quiero, madre,
a Roma, la santa,
yo vos encomiendo
María, mi amada,
me la paréis mientes
como a mis hermanas.
—De día, mi hijo,
bordando y cosiendo,
de noche, mi hijo,
cabe mí durmiendo;
de día, mi hijo,
cosiendo y bordando,
de noche, mi hijo,
cabe mí folgando.—
Aún no pasó Bueso,
aún no paso el agua,
ya mandó a María
a apacentar vacas;
aún no pasó Bueso,
aún no pasó el río,
ya mandó a María
a pasear cabritos.
Ya se fue don Bueso
a la romería,
gritos da María
que de allá la oía:
—¡Ay, los mis briales,
de oro guarnidos,
de pasear ganado
se me han rompido!
—¡O es ángel del cielo
o la esposa mía!—
Ya vuelve don Bueso,
ya vuelve y venía.
—Ven acá, mi nuera,
a trocar camisa,
que mi hijo don Bueso,
mi hijo ya venía;
ven acá, mi nuera,
a trocar delgada,
que mi hijo don Bueso,
mi hijo ya tornaba…

Muy diverso es el texto de este tema baladístico que conserva la tradición catalana, desde Graus hasta Menorca. Es monorrimo en -é, en octosílabos (8 / 8) y con el primer hemistiquio octosilábico siempre grave. Va de acuerdo, tanto en forma como en contenido, con los textos hermanos transpirenaicos. Lingüísticamente, es muy curiosa la presencia, en textos del Principado, de «dialectalismos» en las rimas, tanto provenzales como castellanos:

Qué petita l’han casada
la filla del cavallé,
a l’endemá de les bodes
–son marit l’ha de vester!
El rey n’ha fet fé una crida,
una crida n’ha fet fé:
que condes y caballeros
a la guerra hajin d’ané.
Y també lo don Guillermo,
aquell també hi ha de ané,
que en té la dona bonica
y no la’n gosa deixé;
que l’encomane a sa mare,
que la’n governará bé.
—Ay, mare, la meva mare,
aquí os deixo ma mullé,
que no li feu fé feinetas,
sino es cusé o brodé;
no li feseu treure aygua
amb so poal mes grandé,
sino ab so poal de plata
que per ella el vaig fé fé…

Su directa conexión con la tradición francesa, e indirecta con la piamontesa, se manifiesta no sólo en que el oficio vil encomendado a la noble esposa es el de porquera y en las características métricas del texto, sino en el nombre del caballero, que conservan algunas versiones catalanas, «don Guillermo («Guillaume», en textos transpirenaicos), y en la «feina» que, aparte de guardar los puercos, dice la «porquerola» tener encomendada cada día y que el caballero le ayudará a hacer:

—Ara em diràs, porquerola,
quina feina tens de fé.
—Set fusades cada dia,
tres feixos de llenya a fé.
—Aspia les set fusades,
—qu’el feix de llenya hi de fé.—
Amb la punta de l’espasa
—el feix de llenya’n va fé.

Los comparatistas que conciben la transmisión de los textos de un área lingüística a otra como actos puntuales de traducción pensarán que el prototipo de la canción catalana fue «traducido» del francés y, a su vez, el castellano del catalán y, sabe Dios cuando, divulgado éste entre los judíos emigrados de España. Incluso hay quien se atreve a situar el origen de todo en el siglo XVI, en memoria del cruzado monsieur Guillaume de Beauvoire, que se casó tan joven que no se sabía vestir. Pero los contactos entre tradiciones no suelen ser (como ya hemos visto en otros temas) así de simples, sino más difusos y reiterados. Basta ver que en la tradición en castellano, tanto peninsular como judeo-española (marroquí y oriental), se conserva memoria del «motivo narrativo» consistente en el canto de la pastora milagrosamente oído por su marido desde el otro lado del mar, que las versiones catalanas desconocen, y que, en la tradición del Norte de España, se mantiene el detalle, presente en la balada francesa, de que el caballero encargue a su madre que lleve a misa a su esposa, detalle de carácter formulario así mismo ausente de todas las versiones catalanas, tanto de las Baleares, como del Rosellón, como del Principado, como de Ribagorza.

El empleo de un metro hexasilábico, tanto en la Península como en la tradición judeo-marroquí, junto con la extraordinaria conservación, en ambas áreas, del sistema paralelistico, apuntan a un origen muy antiguo del romance en castellano; tan antiguo, que ha podido ser heredado por dos ramas de la tradición, la cristiana y la judía, que han diversificado su texto de la forma tan notable que hacen patente las dos versiones arriba citadas de la misma historia. A diferencia de lo que ocurre con otros romances, la tradición catalana y la castellana no derivan aquí de un tronco común. Su semejanza argumental tiene sus orígenes en antecesores remotos de la tradición baladística pan-europea.

Diego Catalán, del Romancero de la Cuesta del Zarzal

Imagen de  portada: Sofía Loren en C’era una volta

Publicado el 07/04/2007 00:38. Archivado en Wayback Machine

Romances publicados:

** 1.- La bella en misa

** 2.- La muerte ocultada

** 3.- El caballero burlado

** 4.- La infantina

** 5.- El prisionero

** 6.- Espinelo

** 7.- Ogier y Roldán

** 8.- El moro Búcar ante Valencia

** 9.- Muerte del duque de Gandía

**10.- Muerte del Maestre de Santiago

**11.- La merienda del moro Zaide

**12.- Cercada está Santa Fe

**13.- Por la ribera del Turia

**14.- El enamorado y la muerte

**15.- El rey Rodrigo pierde el reino

**16.- Lanzarote y el ciervo de pie blanco

**17.- Gaiferos libera a Melisendra

**18.- Paris y Elena

**19.- Aliarda

**20.- El caballo robado

**21.- El rey chico y la mora cautiva de Antequera

**22.- Durandarte envía su corazón a Belerma

**23.- El infante don García

**24.- Grifos lombardo

**25.- Gerineldo

**26.- La condesita

**27.- La condesa de Castilla traidora

**28.- Nacimiento de Bernardo

**29.- Marquillos

**30.-La vuelta del navegante

**31.- El conde Dirlos

**32.- Penitencia de Rodrigo

**33.- Enamorada de un muerto

**34.- La guarda cuidadosa

**35.- La canción del huérfano

**36.- Flérida y don Duardos

**37.-El desdeño del amor

**38.- Paridlo, infanta, paridlo

**39.- Cómo no cantas, la bella

**40.- Bodas de sangre

**41.- Alabóse el Conde Vélez

**42.- Silvana

**43.- Bernal Francés

**44.-Sacrificio de Isaac

**45.- Nacido nos ha un bailico

**46.- La noble porquera

**47.- La caza de Celinos

**48.- El veneno de Moriana

**49.- Bodas se hacían en Francia

**50.- Don Manuel y el moro Muza

**51.- Don Diego y el moro que retó a Chamartín

**52.- Mientras yo podo las viñas

**53.- La Gallarda matadora de hombres

**54.- El cautivo y el ama buena

**55.- La serrana de la Vera

**56.- El Cid pide parias al moro

**57.- El conde Alemán

**58.- El pajecico sacado del mar

**59.- El infante vengador

**60.- Valdovinos sorprendido en la caza

**61.- Quejas de doña Urraca

**62.- El hijo póstumo

**63:- Una fatal ocasión

**64.- Juan Lorenzo, cuernos de oro

**65.- El Mostadí