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año 1904, Archivo del Romancero, Canarias, Diego Catalán, jácaras, José Benoliel, Julio Vicuña Cifuentes, María Goyri, Marcelino Menéndez Pelayo, Marruecos, Ramón Menéndez Pidal, Romancero, romancero sefardí, Salomón Levy, siglo XX
II. CREACIÓN Y ORÍGENES DEL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL DEL ROMANCERO
4. En busca de romances fuera de la península: en Canarias y en las comunidades sefardíes, 1904
Sus gestiones para obtener romances de las Islas Canarias dieron, sin embargo, muy limitados resultados. La desorientación de los folkloristas locales era entonces grande, pues estaban empeñados en descubrir en la poesía popular isleña rastros de la historia de los «aborígenes». Del «voluminoso fárrago de poesía» recogido por Juan Bethencourt Alfonso, «sólo un romance estrictamente popular pude sacar —afirmaría Menéndez Pidal en un apunte manuscrito— (…) acogido por el Sr. Bethencourt por creerlo de asunto local», cuando en verdad se trataba de una versión de Albaniña133. Dispuesto a ilustrar a cuantos pudieran interesarse en la tarea de descubrimiento del romancero en Canarias, Menéndez Pidal envió a la prensa isleña un artículo que incluía instrucciones para la recogida. Una vez que ese llamamiento se publicó en el «Diario de Tenerife», 29-I-1904, Menéndez Pidal remitió a diversas personalidades de las islas una carta circular. Pero los frutos de la correspondencia fueron muy decepcionantes: sólo José Batllori y Lorenzo, bibliotecario y periodista, le proporcionaría, entre «muchos papeles», tres romances tradicionales de escaso valor, junto a otros varios de pliego de ciego134 .