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EL VENENO DE MORIANA

Madrugara don Alonso,
púsose galán pulido,
para invitar a su boda
a los parientes y amigos.
A las puertas de Moriana
parara el su rocino.
—Vengo a brindarte, Moriana,
para mi boda el domingo.
—Esas bodas, don Alonso,
debieran de ser conmigo.
—¡Calla, calla, Moriana,
no te ha de faltar marido!
—Que me falte o no me falte,
tenía gusto contigo;
pero ya que no lo son,
–yo lo mismo estimo el brindo.
Siéntate ahí, don Alonso,
en ese escaño dorido,
que me lo dejó mi padre
para el que case conmigo;
comerás de mi pan blanco,
beberás de mi buen vino.—
Moriana, muy ligera,
brincó en su jardín florido,
tres hojas de rejalgar
pronto las hubo cogido,
de la raiz del beleño
y del solimán florido,
lo majó en un almirez
y lo aderezó en el vino.
—Bebe, bebe, don Alonso,
bebe, bebe de este vino,
siete años había, siete,
que te lo tengo escondido;
bebe, bebe, don Alonso,
bebe, bebe de este claro,
siete años había, siete,
que te lo tengo guardado.
Toma, don Alonso, toma,
tómate el vaso de vino,
que el sol ya se ve bajar
y el día ya va corrido
y se celará tu esposa
si tardas acá conmigo.
—Pruébalo tú, Moriana,
pruébalo tú en primero,
que así hace toda mujer
que convida a un caballero.—
Ya lo ponía Moriana
ya lo ponía en la boca,
los dientes tiene menudos
y de ello no pasa gota.
Don Alonso, como mozo,
maldita gota ha perdido;
con la fuerza del veneno
se le robaba el sentido.
—¿Qué me diste, Moriana,
qué me diste en este vino,
—tengo la rienda en la mano
y no veo a mi rocino?;
—¿qué me diste, Moriana,
qué me diste tú en el claro,
tengo la rienda en la mano
y no veo a mi caballo?
—Sangre de siete culebras,
ojos de un lagarto vivo,
y en cima de todo ello
le eché el beleño molido.
—¡Ay, pobre de la mi esposa
que no ha dormido conmigo,
y pobre de la mi madre,
que ya no me verá vivo!

Es muy probable que el romance de «El veneno de Moriana» nunca se imprimiera en pliegos sueltos ni en cancioneros de romances del siglo XVI, ni se copiara manuscrito, pues no han llegado a nuestro conocimiento versiones antiguas. Sin embargo, tanto en ese siglo como en el siglo XVII, era bien conocido por transmisión oral, según nos prueban dos referencias que sólo tienen sentido aceptando que se le consideraba romance identificable por cualquiera. Esas citas nos aclaran, de paso, por qué no fue impreso en los pliegos sueltos y en los cancioneros de romances: era un romance paralelístico y esa estructura no se admitía en los impresos romancísticos pues sólo se aceptaban en ellos los romances monorrimos o de series monorrimas. La cita más antigua evidentemente alusiva a nuestro romance es la incorporada a la «estança tercera» de una «Ensalada de romances viejos» del siglo XVI (impresa en un pliego suelto conservado entre los existentes en Praga):

—¿Qué me distes, Morïana,
qué me distes en el vino,
que ya no puedo ni atino
contemplarte?

aunque creo que es asimismo una de las cantigas (identificada como «Muliana, Muliana») que el ama de Rubena (en la comedia de Gil Vicente de este nombre, 1562) enumera entre las que dice saber cantar.

Pero la cita más identificatoria de su tema y estructura es la que incluye Juan Bautista de Villegas en su comedia La morica garrida, que se publicó en la «Setima parte de Comedias escogidas», Madrid, 1654 , fols.153c-154b, donde el gracioso, Sancho, que se ha emborrachado con una bota de vino, sale cantando, con un freno de caballo en la mano:

¿Morïana, Morïana,
qué me diste en este vino,
que por las riendas le tengo
y no veo al mi rocino,
al mi quartago?.
¿Morïana, en el cercado,
qué me diste en este trago,
que por las riendas le tengo
y no veo al mi cavallo,
al mi rocino.
Morïana, en el cercado,
en este vino,
al mi rocino,
en este trago,
al mi cavallo,
Morïana, en el cercado?

——La tradición judeo-española del Norte de África mantiene abundantes restos de la estructura paralelística pluriasonantada que Villegas aprovechó en su comedia para escenificar la borrachera de Sancho, y la tradición en lengua portuguesa (tanto de Portugal como de Brasil, donde es muy cantado) confirma, con su variedad de asonantes repartidos por diferentes versiones, la antigua existencia de esa estructura. El romance catalán reduce el recuerdo de ella a la alternancia de asonantes –á.o y -á.a, sin restos de paralelismo, y algo similar ocurre en las comunidades judeo-españolas de Oriente, donde alternan trechos en –á, -í.a e í.o. Desde Galicia y Zamora, hasta Asturias y León, la tradición española, aunque excelente en su riqueza de motivos, ha reducido el romance a un ortodoxo monorrimo, en asonante -í.a.

——Más grave para la identidad del romance que los cambios prosódicos ha sido el que, en Zamora y León, buena parte de las versiones donde reconocemos la herencia narrativa y los versos típicos de «El veneno de Morïana» conserven la escena del envenenamiento subordinada al tema de «La apuesta ganada», formando una historia en que la venganza de la mujer se debe a que ha sido previamente burlada por aquel a quien ella envenena, el cual llegó a su casa disfrazado de tejedora. Al soldarse los dos temas, algunas versiones, de texto reducido, despojan al argumento de «El veneno de Moriana» del motivo introductorio: el convite a la boda con otra mujer.

Diego Catalán

Imagen basada en Lauren Bacall

Publicado el 09/05/2007 01:09.  Archivado en Wayback Machine

Romances publicados:

** 1.- La bella en misa

** 2.- La muerte ocultada

** 3.- El caballero burlado

** 4.- La infantina

** 5.- El prisionero

** 6.- Espinelo

** 7.- Ogier y Roldán

** 8.- El moro Búcar ante Valencia

** 9.- Muerte del duque de Gandía

**10.- Muerte del Maestre de Santiago

**11.- La merienda del moro Zaide

**12.- Cercada está Santa Fe

**13.- Por la ribera del Turia

**14.- El enamorado y la muerte

**15.- El rey Rodrigo pierde el reino

**16.- Lanzarote y el ciervo de pie blanco

**17.- Gaiferos libera a Melisendra

**18.- Paris y Elena

**19.- Aliarda

**20.- El caballo robado

**21.- El rey chico y la mora cautiva de Antequera

**22.- Durandarte envía su corazón a Belerma

**23.- El infante don García

**24.- Grifos lombardo

**25.- Gerineldo

**26.- La condesita

**27.- La condesa de Castilla traidora

**28.- Nacimiento de Bernardo

**29.- Marquillos

**30.-La vuelta del navegante

**31.- El conde Dirlos

**32.- Penitencia de Rodrigo

**33.- Enamorada de un muerto

**34.- La guarda cuidadosa

**35.- La canción del huérfano

**36.- Flérida y don Duardos

**37.-El desdeño del amor

**38.- Paridlo, infanta, paridlo

**39.- Cómo no cantas, la bella

**40.- Bodas de sangre

**41.- Alabóse el Conde Vélez

**42.- Silvana

**43.- Bernal Francés

**44.-Sacrificio de Isaac

**45.- Nacido nos ha un bailico

**46.- La noble porquera

**47.- La caza de Celinos

**48.- El veneno de Moriana

**49.- Bodas se hacían en Francia

**50.- Don Manuel y el moro Muza

**51.- Don Diego y el moro que retó a Chamartín

**52.- Mientras yo podo las viñas

**53.- La Gallarda matadora de hombres

**54.- El cautivo y el ama buena

**55.- La serrana de la Vera

**56.- El Cid pide parias al moro

**57.- El conde Alemán

**58.- El pajecico sacado del mar

**59.- El infante vengador

**60.- Valdovinos sorprendido en la caza

**61.- Quejas de doña Urraca

**62.- El hijo póstumo

**63:- Una fatal ocasión

**64.- Juan Lorenzo, cuernos de oro

**65.- El Mostadí