Alguien tendrá que decir lo bueno de los españoles, porque llevados por una especie de masoquismo, nos dedicamos a sentirnos culpables y no reivindicamos nuestras virtudes, pero lo cierto es que:
—somos acogedores con los extranjeros y aceptamos sus peculiaridades, sus costumbres y su cultura de buen grado.
—no somos suspicaces con ellos, y nos negamos a aceptar habladurías que pongan su honorabilidad en entredicho¹
—somos generosos, y les ofrecemos los mejores productos y las mejores casas.
—no hay pueblo de España que no reciba con alborozo la noticia de que llegan tres mil a pasar una temporada entre nosotros.
—nos parece natural tener preparados los mejores profesionales y todos los medios técnicos por si los necesitan