MANUEL MINDÁN MANERO:
«TESTIGO DE NOVENTA AÑOS DE HISTORIA»
—A propósito de José Mª Escribá, y puesto que fuistéis compañeros, ¿me podrías decir algo de su personalidad de entonces?
—Sí; vino a Zaragoza a estudiar segundo curso de Teología, procedente de Logroño, en cuyo Seminario había estudiado como externo los cursos anteriores, y donde su padre era empleado de un comercio de tejidos. Era sobrino carnal de Don Carlos Albás, canónigo-arcediano del Cabildo de Zaragoza. Él no residía en mi Seminario, sino en el de San Francisco de Paula, y lo mismo que sus compañeros de residencia, tenía que venir diariamente, mañana y tarde, a las clases que se daban en el que yo vivía, que era el Pontificio. Y aunque él era algo mayor que yo, por lo menos un curso, coincidíamos en algunas clases y charlábamos fuera de ellas con frecuencia y hasta bromeábamos algunas veces.
Acerca de su personalidad, te puedo decir que era un poco más alto que yo, de facciones redondeadas y blancas, de manos gordezuelas y suaves; le gustaba ir no sólo limpio, sino perfumado; era un poco afectado en su porte, blando en sus movimientos, aunque a veces pretendía manifestarse enérgico. Era bueno y cumplidor en su comportamiento; era también piadoso, aunque su piedad tenía un cierto aire feminoide, por lo cual le llamaban de mote: la «Rosa Mística».
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