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madre

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BODAS DE SANGRE

La condesa tuvo un hijo,
un hijo tuvo y no más;
lo puso con el buen rey,
por saber y valer más.
Si el rey le quería mucho,
la reina le quiere más;
si el rey le daba del vino,
la reina le da del pan;
si el rey le daba el vestir,
la reina le da el calzar;
si el rey le daba caballos,
la reina media ciudad.
Consejeros, con envidia,
con el rey lo meten mal:
que lo vieron con la reina
debajo de un naranjal,
él en su jubón de lino,
ella en su rico brial.
El rey, con la saña grande,
presto lo mandó matar.
Mandóle sacar los ojos,
porque pierda el bien mirar;
mandóle cortar las manos,
porque pierda el guerrear;
mandóle cortar los pies,
porque pierda el cabalgar.
Mandóle colgar el rey
a moscas y a gavilanes.
Después que le había colgado,
un pregón mandara echar:
“Nadie que le dé del vino,
nadie que le dé del pan,
nadie le quite las moscas
de la su hermosa faz”.
—¿Si estuviese aquí alguno
que se duela de mi mal,
que me llevase estas cartas
a la triste de mi madre:
que venga presto y aína
mis ricas bodas armar,
con hija de un carnicero
y nieta de un tajacarne?—
Pasara por allí un paje,
que a su mesa comió pan:
—Yo os las llevaré, buen conde,
yo las tengo de llevar,
camino de quince días
en ocho lo he de andar,
el día por el jaral,
la noche con el lunar.—
Cogió las cartas el paje
y empezara a caminar.
—Toméis, señora, estas cartas
de vuestro hijo carnal,
que vayáis presto y aína
sus ricas bodas armar.
—Dime tú, el pajecito,
¿qué tal es la calidad?,
¿es hija de algún duque,
o del rey de Portugal?
—No es hija de ningún duque,
ni del rey de Portugal,
es hija de un carnicero
y nieta de un tajacarne.—
Tomó un manto la condesa,
comenzó de caminar;
criados que iban con ella
no la pueden alcanzar.
Cuando llegó a la plaza,
aquel bulto vio estar:
—¡Oh, válgame Dios del cielo,
lo que yo vine a mirar!,
¿qué habrá hecho este hombre
que tal castigo le dan?—
Metió mano a la su bolsa,
limosna le fuera a dar.
—No quiero vuestra limosna,
que no os la puedo tomar;
dadme la mano derecha,
que os la quiero besar.
Vuestro hijo soy, señora,
soy vuestro hijo carnal.—
Como esto oyó la condesa,
loca corrió por las calles:
—¡Oh, mi hijo, oh, mi hijo,
tu muerte voy a vengar!—
Fuérase a Cortes del rey,
a Cortes del rey fue a entrar:
—Señor, ¿dónde está mi hijo,
que yo lo quiero abrazar?
—Vuestro hijo fue a la caza,
luego no puede tardar.
—¡Qué caza tan rigurosa,
tan costosa de cazar!
¡Esto merece una madre
por criar hijos sin padre!—
Sacó puñal bajo el manto,
con él lo fuera a matar:
—¡Ahí te lo dejo, la reina,
mándalo ahora enterrar;
también te queda mi hijo
para contigo casar!

Este romance, que compite en poética desmesura con algunas de las mejores escenas de la vieja épica, no fue puesto en escrito en el siglo XVI. Sólo la tradición oral de los siglos XIX y XX lo ha salvado del olvido.

Los sefardíes del Mogreb (en las comunidades de Tánger, Casablanca, Tetuán y Orán) lo han conservado completo y autónomo. Los de Oriente (Sarajevo, Larissa, Salónica, Estambul, Brussa, Damasco) sólo recuerdan su comienzo, hasta la decisión del rey de castigar con la muerte al huérfano criado en la Corte, pues el aviso a la madre sirve de puente para dar al tema un final feliz, mediante la inclusión del episodio en que ella le hace cantar la canción heredada del padre. La atracción entre las dos historias, que tenían en común el tratar de un hijo único, huérfano de padre, criado en la Corte, acusado y condenado a muerte (y carente, por tanto, de varones que le puedan amparar o vengar), se hizo sentir también en la tercera rama de la tradición hispánica en que el romance siguió cantándose hasta tiempos modernos: la portuguesa. En la isla de S. Jorge, de las Azores, aún recogió en el siglo XIX Teixeira Soares una espléndida versión en todo similar a las sefardíes de Marruecos; pero ya entonces, en otras versiones de la isla y también en Madeira (en Porto da Cruz), el tema de las“Bodas de sangre”se mezclaba, en formas varias, con el de “La canción del huérfano”. Pese a esta insistente mixtura, los dos desenlaces contradictorios, de sangre o nupcial, venían estando condicionados, en una y otra fábula, por la diversa condición de la mujer de estirpe regia que se apasiona del huérfano: mientras la historia de un criado del rey durmiendo con la reina sólo puede acabar en tragedia, un criado del rey durmiendo con la infanta heredera suele ser, en una ficción poética, afortunado, y lograr ganar, con su atrevimiento (o, más bien, gracias al de ella), la mano de la doncella deshonrada, como cónyuge bendecido por el sacramento del matrimonio. Así lo hice ver en 1947, cuando, por primera vez, identifiqué y bauticé a los dos romances.

Diego Catalán

Imagen de portada: Margarita Xirgu en Bodas de sangre de Federico García Lorca.

Publicado el 26/02/2007 00:42. Archivado en Wayback Machine

Romances publicados:

** 1.- La bella en misa

** 2.- La muerte ocultada

** 3.- El caballero burlado

** 4.- La infantina

** 5.- El prisionero

** 6.- Espinelo

** 7.- Ogier y Roldán

** 8.- El moro Búcar ante Valencia

** 9.- Muerte del duque de Gandía

**10.- Muerte del Maestre de Santiago

**11.- La merienda del moro Zaide

**12.- Cercada está Santa Fe

**13.- Por la ribera del Turia

**14.- El enamorado y la muerte

**15.- El rey Rodrigo pierde el reino

**16.- Lanzarote y el ciervo de pie blanco

**17.- Gaiferos libera a Melisendra

**18.- Paris y Elena

**19.- Aliarda

**20.- El caballo robado

**21.- El rey chico y la mora cautiva de Antequera

**22.- Durandarte envía su corazón a Belerma

**23.- El infante don García

**24.- Grifos lombardo

**25.- Gerineldo

**26.- La condesita

**27.- La condesa de Castilla traidora

**28.- Nacimiento de Bernardo

**29.- Marquillos

**30.-La vuelta del navegante

**31.- El conde Dirlos

**32.- Penitencia de Rodrigo

**33.- Enamorada de un muerto

**34.- La guarda cuidadosa

**35.- La canción del huérfano

**36.- Flérida y don Duardos

**37.-El desdeño del amor

**38.- Paridlo, infanta, paridlo

**39.- Cómo no cantas, la bella

**40.- Bodas de sangre

**41.- Alabóse el Conde Vélez

**42.- Silvana

**43.- Bernal Francés

**44.-Sacrificio de Isaac

**45.- Nacido nos ha un bailico

**46.- La noble porquera

**47.- La caza de Celinos

**48.- El veneno de Moriana

**49.- Bodas se hacían en Francia

**50.- Don Manuel y el moro Muza

**51.- Don Diego y el moro que retó a Chamartín

**52.- Mientras yo podo las viñas

**53.- La Gallarda matadora de hombres

**54.- El cautivo y el ama buena

**55.- La serrana de la Vera

**56.- El Cid pide parias al moro

**57.- El conde Alemán

**58.- El pajecico sacado del mar

**59.- El infante vengador

**60.- Valdovinos sorprendido en la caza

**61.- Quejas de doña Urraca

**62.- El hijo póstumo

**63:- Una fatal ocasión

**64.- Juan Lorenzo, cuernos de oro

**65.- El Mostadí