Etiquetas
Caspe, Gabriel Veraldi-Pasquale, Gatopardo, Modismos aragoneses
Hoy se habla un idioma homogéneo y paupérrimo en toda España. Un guionista de televisión me contaba, hace años, que tenía estrictamente prohibido usar un léxico superior a los quinientos vocablos, que es lo que se estima imprescindible para un niño de siete años no muy aventajado, porque los responsables de programación no quieren que los ciudadanos se irriten si los tratan como a seres capaces de comprender un idioma rico y sutil.
«¿Por qué no utilizas un lenguaje que todos puedan comprender?», me preguntaron ayer mismo. Porque no todas las palabras que significan algo parecido tiene las misma resonancia en nuestra mente. Por poner un ejemplo, gracias al tesoro del lenguaje caspolino puedo decir de alguien que es un milorcho, aule, badulaque, badaje, barrenenco, boque, apatusco, carnuzo, balaga, celumbre, chafaoficios, corrucao, desucado, desustanciado, esbafado, edil, estantizo, tío falorias, fato, figorcho, focín, fuiño, furo, furtañero, gauche, guarán, lurio, monchón, panollo, rebordenco, rispe, sirrio, zancochero, zurrupio, y para que me entendiesen todos, tendría que decir que “no me resulta agradable”… ¡Y no se me queda el cuerpo igual!