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Crítica literaria, Gatopardo, literatura, método de los 21 botones
En mis tiempos, había una norma de elegancia que se llamaba el método de los 21 botones: por ejemplo, un traje de chaqueta y falda, (2 botones) estampado en cuatro colores (+ 4) con frunces o tableado en la falda, (+1) cinco botones en la chaqueta, (+5) dos bolsillos (+2), con un bolso con cierre dorado (1+1) y un par de sandalias con cierre de hebillas(2+2), significaba que sólo admitiría una joya, un único adorno, ni siquiera un par de pendientes en las orejas, para no caer en la chabacanería.
Cuando leo a los autores con voluntad de estilo, esos que intentan deslumbrar con metáforas de osada factura, con una adjetivación excesiva, superlativa, y aliteración de ideas y sucesos heterogéneos, que enjaretan al hilo del relato, echo en falta el método de los 21 botones, aplicado a la literatura. Y tampoco estaría de más que a las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza, se añadieran la sobriedad y la contención.
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