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Cómo se hizo este libro

Luis Carandell

Doy por supuesto que el lector sabe muy bien cuál es la técnica que se emplea para hacer lo que se llama «un retrato-robot». Pues bien, mi semblanza de don Josemaría Escrivá de Balaguer se va a parecer mucho a un retrato-robot. Como se sabe, en este tipo de iden­tificación posible de un personaje se utilizan todos los materiales de que se puede disponer. En mi caso, he procurado aportar los documentos que puedan dar constancia de las fechas principales de su biografía, de las modificaciones que han sufrido sus apellidos, de la concesión de títulos nobiliarios y otras distinciones, académicas, civiles o eclesiásticas. Esto por lo que se refiere al soporte documental de una biografía.

Junto a esto, he contado muy especialmente con las obras publicadas por el padre Escrivá a lo largo de su vida, como reveladoras de su personalidad: primero y más importante, Camino, que ha sido llamado «el Kempis de los tiempos modernos», así como su precedente de 1934, Consideraciones espirituales. Seguidamente, una pequeña obrita de 1945, Santo Rosario, y algunas homilías y discursos pronunciados en ocasiones memo­rables. También me ha sido útil una lectura atenta de las Constituciones de la Obra, traducidas y publicadas por vez primera por Jesús Ynfante. Finalmente, la te­sis doctoral del padre Escrivá, La abadesa de las Huel­gas, que es tal vez la obra que más adecuadamente pue­de servir para un estudio del ideario de nuestro personaje en materia política. Añádase a esto el ya citado li­bro de Conversaciones y algunas otras entrevistas apa­recidas en la prensa. Ni que decir tiene que mi propó­sito, al estudiar estas obras, no ha sido el de hacer un análisis del pensamiento ascético o religioso de Escrivá de Balaguer. Ocasionalmente podrá escaparse algún breve comentario que procuraré fundamentar con citas de autores reconocidos. Pero mi función es más bien adivinar, a través de las obras, el carácter del persona­je, siguiendo en esto el principio bíblico de «por sus obras los conoceréis».

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Éste no es, sin embargo, todo el material que he manejado. Mi retrato-robot de monseñor Escrivá se ha ido configurando también y sobre todo gracias a decla­raciones y manifestaciones de personas que le han co­nocido. Éste es acaso el material más típico de un re­trato-robot al que el investigador acude con preferen­cia cuando se le niega el conocimiento directo. Algunas personas han dado su nombre, otras han preferido que­dar ocultas. Entre estas últimas hay muchas que per­tenecieron al Opus Dei en el pasado y lo abandonaron luego. Este Instituto Secular fundado en  1928, hace ahora, por tanto, casi cincuenta años, ha registrado un grandísimo trasiego de entradas y salidas. Este que pudiéramos llamar intenso tráfico en ambos sentidos es una de las características más sobresalientes   de la Obra cuando se la contempla desde fuera. Da la im­presión de que el Opus Dei es un lugar en el que mu­cha gente parece estar interesada en entrar, pero del que son también muchos los que salen, algunos de ellos fuertemente  traumatizados por la  experiencia.  Cada año, con motivo de la festividad de san José, que es cuando los numerarios del Opus Dei deciden si van a renovar o no las promesas y votos, algunos  socios abandonan la Obra. La salida de un socio, según he po­dido comprobar en mis conversaciones con los que de­cidieron abandonar el Instituto, es siempre muy mal acogida por los directores y por los compañeros que permanecen dentro de su disciplina. He conocido casos de socios que, habiendo decidido no renovar los votos, fueron perseguidos hasta altas horas de la noche de san José por los compañeros de residencia constitui­dos, digámoslo así, en comandos espirituales. En un casó, el «hijo emancipado» logró ponerse a buen re­caudo en casa de un amigo que no tenía nada que ver con el Opus Dei, a pesar de lo cual fue hallado y ser­moneado hasta muy avanzada la madrugada, a fin de hacerle volver de su decisión de abandonar la Obra, con argumentos que el propio interesado calificaba de muestras de «chantaje moral».

He hablado con muchos de estos  tránsfugas  del Opus Dei y, en algunos aunque no en todos, he encon­trado una buena disposición para el diálogo acerca de la Obra. Cuentan muchas cosas, sobre todo relativas a su vida en el interior del Instituto, la vida en común de las residencias, sus relaciones con los directores, etc., pero, en general, es muy poco lo que saben del padre, salvo naturalmente que no se trate de miembros muy antiguos del Opus Dei, ya que en los primeros tiempos el hecho de que hubiera un número muy reducido de socios hacía que éstos tuvieran un mayor contacto personal con el fundador. Los demás y, sobre todo, los es­pañoles que entraron en el Opus a partir de 1946, en que el padre se trasladó a Roma, tienen una visión algo mítica del padre Escrivá. Es la paternal figura a la cual escribieron sus cartas de buenos hijos durante años, pero de quien no obtuvieron nunca una respuesta di­recta. Monseñor, como antes decía, no contesta nunca las cartas de sus hijos. Se limita a enviar unas comu­nicaciones en ciclostil que firma con su tercer nombre de pila, Mariano, y que versan en general sobre cuestio­nes espirituales. Muchos de los socios no han visto personalmente en su vida al padre Escrivá o bien le han visto en grandes concentraciones, como las que han tenido lugar en la universidad de Navarra; es decir, le conocen en su vertiente de hombre público y no se han parado nunca a analizar su carácter. Con todo, la aportación de los ex socios del Opus Dei a nuestras informaciones sobre el padre es muy valiosa porque, en el seno de la Obra, se habla frecuentemente del pa­dre, se cuentan anécdotas vividas por él y se repiten sus frases y sentencias.

Hablando con estos ex socios he intentado hacerles ver lo interesante que sería que ellos escribieran sobre sus experiencias en el Opus Dei. Lo que ellos han vivido en la Obra trasciende su mera aventura espiritual y se convierte en un material de enorme interés para ayu­dar a comprender uno de los más notables fenómenos de nuestro tiempo. El Opus Dei constituye un capítulo importantísimo en la historia religiosa, política y económica de la España moderna, y los hombres que han pertenecido a esta asociación y la han conocido por dentro no deberían privarnos de la información que poseen.

En general, he encontrado entre las personas que dejaron de pertenecer al Opus una actitud de extremo pudor que les impide decidirse a contar lo que saben acerca del Instituto. Muchos de ellos entraron en la Asociación en su primera juventud y salieron de ella después de una prolongada y amarga experiencia que preferirían olvidar. Para otros, su vivencia del Opus Dei constituye una parte importante de su aventura espiritual. Están personalmente involucrados, y aunque ellos mismos hayan cambiado y no piensen ya como cuando eran socios del Opus Dei, no son capaces de abstraer de su experiencia en la Obra una enseñanza general. Otros tienden a considerar que sería «inele­gante» hacer público lo que conocieron mientras estu­vieron en el Instituto. Hay, además, otro factor aplica­ble especialmente a personas que, antes de salir del Opus Dei, ocuparon cargos de importancia dentro de la Asociación o tuvieron acceso a materias especialmen­te reservadas. La «presión» que la Obra ejerce sobre sus socios para que mantengan la «discreción» continúa ejerciéndose aún sobre los que han dejado de serlo.

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No hay que olvidar, por otra parte, que las condi­ciones políticas de estos últimos años no han sido pre­cisamente propicias a la publicación de libros que sos­tuvieran puntos de vista críticos para el Opus Dei. Des­de la constitución del gobierno «homogéneo» en octu­bre de 1969 hasta enero de 1974, tras la muerte del almirante Carrero Blanco, el Opus Dei ha ocupado una posición de poder en España. De sobra conocido es el argumento esgrimido por el Opus Dei en el sentido de que los compromisos políticos son de la incumbencia exclusiva del socio que los contrae y no de la Obra. Don Laureano López Rodó ilustraba esta idea diciendo que él era del Opus de la misma manera que era socio del Club de Tenis del Real Madrid, y que sus actos no obligaban al Opus del mismo modo que no obligaban al Real Madrid. No vamos a discutir aquí este argumento que en estos años hemos oído repetir de una forma tan machacona como pueril y que un agudo comenta­rista contestaba diciendo que, según eso, los goles que le metían al portero del Real Madrid no se los metían en rigor al Real Madrid, sino solamente a su portero. O que los goles que metían Amancio o Gento no eran en rigor goles del Real Madrid, sino sólo de Amancio o Gento. Basta con decir que, durante el tiempo en que el Opus Dei o sus socios mantuvieron en España una posición de poder no se pudieron editar libros ni es­cribir artículos que sostuvieran puntos de vista míni­mamente críticos con respecto al Opus.  El libro de mossén Josep Dalmau, Contrapunts al Camí de l’Opus Dei, que era una respuesta a las máximas de Camino desde el punto de vista de una espiritualidad más avan­zada, apareció en diciembre de 1969 y fue objeto de inmediato secuestro, aunque más tarde el juez autori­zara su venta. El de Dalmau fue el único libro que apa­reció en este período. El libro de Evangelina Jardiel, ¿Por qué no es usted del Opus Dei?, consistente en una encuesta sobre el tema de la Obra, tuvo que esperar a 1974 para ver la luz. En cuanto a las vicisitudes que sufrió el libro que el lector tiene en las manos, Alfonso Carlos Comín las ha contado suficientemente en  su prólogo y no necesitan más aclaraciones por mi parte. También después de este período en que socios del Opus Dei mantuvieron el control político de los me­dios de información desde sus altos cargos en la Ad­ministración del Estado, es decir, ya en 1974, apareció el único libro crítico sobre la Obra cuyo autor fue un antiguo socio. Se trata del titulado El Opus Dei. Una interpretación, firmado por Alberto Moncada y editado por «índice».

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Revista Triunfo nº 614, pág 20, del 6 de julio de 1974

En una crónica publicada en la revista «Triunfo» conté el acto de presentación de este libro, que se celebró en el Círculo de la Unión Mercantil de Madrid y en el que tomaron parte, además del propio autor, un conocido escritor de temas religiosos, Enrique Miret Magdalena, y un sociólogo a quien no puede de­jar de mencionarse cuando se habla del Opus Dei. Me refiero a José Vidal Beneyto, más conocido por Pepín Vidal en los medios políticos madrileños. Decía yo en mi crónica que «conozco desde hace tiempo a Pepín Vidal y siempre me ha parecido que tiene tendencia a considerarse a si mismo el propietario exclusivo del tema del Opus Dei. Es uno de los españoles que más se precia de conocer la Obra por dentro y por fuera». Un amigo me decía un día: «Yo creo que el Opus Dei no existe y que se lo ha inventado Pepín Vidal.» Debe­ría añadir ahora que el prestigio de opusdeiólogo de Vidal Beneyto se fundamenta en el hecho de que perteneció por breve tiempo a la Obra allá por los años cuarenta, en su juventud, llegando a ser secretario par­ticular del padre Escrivá durante un  tiempo. No me cabe duda que Vidal podría escribir un interesante li­bro sobre el Opus y sobre el fundador, pero lo cierto es que no lo ha hecho y ha preferido utilizar su presti­gio de conocedor para criticar los libros que se han escrito sobre este dificilísimo tema. En el acto de presentación del libro de Moncada pasó revista a la biblio­grafía del Opus y dijo que el libro de Daniel Artigues, El Opus Dei en España, le había parecido insuficiente porque no incluía sino un período muy limitado del desarrollo de la Obra; que el libro de Yvon Le Vaillant, Sainte Maffia, era un libro superficial; que el libro de Jesús Ynfante, La prodigiosa aventura del Opus Dei, se había escrito utilizando un material que el mismo Vidal había recopilado con  la intención de hacer un trabajo sobre el comportamiento de los socios del Opus Dei. Pepín Vidal explicó que Ynfante trabajó en la so­ciedad de estudios CEISA que él dirigía y que «en el año 1967 desapareció el armario con los archivos que yo conservaba. Al cabo de un tiempo, Ruedo Ibérico me comunicó que tenía mi fichero. Fui a París y dis­cutí con Ynfante. Le llamé hijo de la Gran Bretaña y nos empujamos. Me opuse judicialmente a él en Fran­cia pero sin éxito».

Las explicaciones que Pepín Vidal dio en el acto de presentación del libro de Moncada tenían su razón de ser en el hecho de que cualquier persona, española o extranjera, que desee escribir algo sobre el Opus se dirige inmediatamente a Pepín Vidal para recibir orientaciones. La secretaría del Opus Dei en Madrid, por su parte, tiende a relacionar cualquier libro o artículo que aparezca en el  mundo contra el Opus con Pepín Vidal, y le atribuye su inspiración. Por ello, las manifestaciones de Vidal en ese acto deben interpretarse como ejercicio de «legítima defensa» por su parte. Cuando tuve la idea de escribir este libro acu­dí también a Pepín Vidal en busca de datos. Él mismo me lo recordaba en una carta que dirigió a «Triunfo» para contestar las afirmaciones hechas en mi crónica sobre la presentación del libro de Alberto Moncada. Es cierto, pero tengo que decir que no me dijo nada que me fuera de utilidad para mi libro. No me dio un solo dato ni me contó una sola anécdota que fuera reveladora del carácter del personaje que yo me proponía describir. Sabiendo que la aparición de cada nuevo libro sobre el Opus plantea a Pepín Vidal problemas con la secretaría de información del Opus Dei, es justo que diga que ninguno de los conceptos vertidos en este libro ha emanado de esta acreditadísima fuente vidaliana, de la que es lícito esperar que algún día no leja­no ilumine al mundo con un razonado y definitivo tra­bajo sobre el Opus.

Respecto al libro de Moncada, Vidal se mostró tam­bién en desacuerdo con su concepción en el acto del Círculo de la Unión Mercantil. «Alberto, este libro no me gusta», le dijo al autor, y contó que, desde el ex­tranjero, le había escrito sugiriéndole correcciones a las que él no hizo caso. He leído el libro de Moncada y creo que Pepín tenía parte de razón en muchas de las cosas que dijo sobre él. Se trata de un libro sin consistencia y que defrauda en gran medida al lector. Aunque está escrito desde un punto de vista crítico respecto al Opus, no aporta mucho de nuevo y hace a la Obra algunas concesiones como, por ejemplo, la de abundar en el tan pregonado  «pluralismo político e ideológico», que el Opus Dei dice albergar en sus filas. Vidal criticó especialmente el capítulo que Moncada dedica a «El Opus Dei y los negocios», donde sostiene la idea de que «el padre Escrivá lanzó a sus partidarios a una orgía de actividades deficitarias» y de que las empresas del Opus «están mal administradas y de ellas obtiene la Obra más quebraderos de cabeza que bene­ficios». «No sería un buen negocio —concluye Moncada— adquirir acciones de esta sociedad si salieran al mercado.» A Pepín Vidal no le costó trabajo refutar, con la sola mención de unos cuantos bancos y sociedades anónimas, esta idea de Moncada así como la de que los dirigentes de estas empresas del Opus son «un pu­ñado de pobres hombres».

Volveremos a encontrar el libro de Alberto Moncada a propósito de ciertas afirmaciones que hace sobre la personalidad del fundador, a quien él conoció y tra­tó durante años. Basta insistir ahora sobre el limitado interés de este libro, único testimonio que poseemos escrito por un ex miembro de la Obra. Como dijo Vi­dal, el libro está escrito «con un pie dentro y un pie fuera», del Opus, con una óptica que no termina de ser independiente y que parece estar pagando un tributo a los años de indoctrinamiento que el autor ha sufrido dentro de la Obra.

En el curso de mis investigaciones tuve también oca­sión de hablar sobre la personalidad del padre Escrivá con algunos miembros de la Obra. Ya he dicho cuál fue mi planteamiento de este libro. Desde el principio comuniqué a la secretaría de información del Opus Dei en Madrid mi intención de escribirlo y solicité por car­ta una entrevista personal con el fundador que me per­mitiera completar mi semblanza. En general he con­firmado, en mis conversaciones con miembros de la Obra sobre el tema de la vida del fundador, la misma reserva que pude apreciar en la secretaría de informa­ción. El velo de la discreción envuelve la personalidad del padre. Con todo, tengo que agradecer a algunos so­cios interesantes datos y precisiones. Por poner un ejemplo, yo nunca hubiera podido intuir la presencia en la vida del padre de hechos milagrosos si un devoto hijo suyo no me hubiese contado algunos de esos he­chos milagrosos en los que el fundador interviene o que simplemente suceden en momentos muy determi­nados de su vida. No me habría enterado porque son cosas que se transmiten por tradición oral en el seno de la Obra y que el Opus Dei no tiene modernamente interés en difundir. Aparte del reconocimiento del ori­gen divino de la revelación que en 1928 da lugar al hecho fundacional, hoy no se habla de milagros del padre en el Opus Dei. Sin embargo, estos milagros exis­ten y no pueden en modo alguno quedar fuera de un intento de semblanza como éste.

Ya he dicho la parquedad informativa que nos ofre­ce la bibliografía del Opus sobre la vida y la persona­lidad de monseñor. Por más que he buscado, no he podido encontrar, aparte de los breves trabajos —que son solamente artículos— de Florentino Pérez Embid y Carlos Escartín que he mencionado, ningún estudio biográfico. Es ésta una respetable laguna que tiene su explicación en la evidente falta de interés que el Opus muestra en difundir una biografía detallada del funda­dor. Quiero anticipar aquí que mi trabajo no tiene pre­tensiones de llenar esa laguna. Hacer hoy, desde fuera de la Obra, una biografía de monseñor Escrivá de Balaguer es casi una imposibilidad metafísica. No hay datos suficientes. Puede aspirarse, en todo caso, a ha­cer una semblanza que contenga el mayor número posible de datos biográficos. Desde una fecha muy tem­prana, la vida de monseñor transcurre en el seno del Instituto, tras la pantalla de la ocultación opusdeística. De esta manera, se hallará que poseemos mayor núme­ro de informaciones coherentes de su niñez y juventud, hasta su ordenación como sacerdote, en Zaragoza, en el año 1925, que de épocas más recientes.

A partir de la fundación del Opus Dei, que la versión oficial sitúa en octubre de 1928, encontramos al padre reunido con sus primeros discípulos —en número de doce, sugirien­do ya la alta significación que se da al hecho funda­cional— en la residencia de la calle de Ferraz, de Ma­drid. Viene luego la guerra civil, en que pueden locali­zarse algunas de sus andanzas, como el milagroso paso de la frontera andorrana y la llegada a Burgos, capital de la España nacionalista. Es durante la contienda, y precisamente en Burgos, cuando se organiza y estructu­ra aquel embrión surgido unos años antes y que se desarrollará plenamente en la posguerra. A partir de entonces, la figura de monseñor se oculta progresiva­mente bajo el caparazón protector que le brinda la dis­creción de la Obra que él mismo ha creado, y se aleja de nosotros mucho más todavía cuando, en 1946, se traslada definitivamente a Roma.

Trascripción de las páginas 28-36 del libro de Luis Carandell:«Vida y milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei».
Editorial Laia/paperback, 1975.
ISBN 84-7222-863-0

Foto de portada de Biswaranjan Rout

** (1) LUIS CARANDELL: «VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ DE BALAGUER, FUNDADOR DEL OPUS DEI»

** (2) LUIS CARANDELL: «VIDA Y MILAGROS DE MONSEÑOR ESCRIVÁ DE BALAGUER, FUNDADOR DEL OPUS DEI»

** MI COMPAÑERO JOSÉ MARÍA ESCRIBÁ

** LA NORMATIVA DE LOS LEGIONARIOS DE CRISTO Y EL REGNUM CHRISTIE, CALCADA DEL OPUS DEI, INCUMPLE EL DERECHO CANÓNICO

** OTRO MILAGRO DE SAN JOSEMARÍA: EL PRODIGIOSO CASO DEL COLEGIO DE MÉDICOS DE MADRID Y LOS TÍTULOS DEL DOCTOR ENRIQUE ROJAS MONTES

Siguientes capítulos de la edición de 1992, en Opus Dei Libros silenciados

**“Made in Spain”
** Niños, aunque no niñoides
** “El cura más guapo del mundo”
** Marqués de Peralta
** Hijos de todas las clases sociales
** La estética del apellido
** La ciudad amurallada
** De hinojos ante el padre
** Baños de multitud
** La quiebra de “Escrivá, Mur y Juncosa”
** “La ciudad de Londres”
** Burro de Dios
** El belén del Opus Dei
**Torreciudad
**Flojo en latín
** Su tío el canónigo
** La santa cólera
** El secreto y los escaparates
** “Es muy santo y tiene que ir a Madrid”
** Los doce apóstoles
** Educador de tecnócratas
** “Nos han hecho ministros”
** El “apostolado de la inteligencia”
** “La santa coquetería”
** Días de rosas y espinas
** Apoteosis
** Epílogo para 1992
** Bibliografía

Publicado el 22/02/2009 16:31. Archivado en Wayback Machine